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El beso robado. Relato de verano

  • elfesa4
  • hace 2 días
  • 3 Min. de lectura

7 de julio 2025


En el día internacional del Beso Robado, nos ha parecido bien empezar con este relato de verano.


Era un día corriente, de principios de verano y faltaba poco para que terminara el curso en la escuela. La escuela era la del pueblo, relativamente grande, donde los alumnos podían cursar hasta la Educación Secundaria Obligatoria, mas conocida por la ESO.


Aunque la fiesta de fin de curso con la entrega de diplomas es muy diferente, pero mucho de las que estamos acostumbrado a ver en las películas americanas, donde se monta un autentico espectáculo, con sus festejos, con música, asistencia de las familias de los alumnos, y lo más espectacular y esperado por todos, la toma de los birretes o el lanzamiento del birrete. Esta tradición simboliza, la culminación de los estudios y el inicio de una nueva etapa, además de un gesto de alegría y liberación por el esfuerzo realizado. 


Julia, nuestra protagonista, alumna de 15 años, siempre había destacado por ser una alumna brillante. Provenía de una familia de agricultores, pobres, como la mayoría de los demás chicos, pero sus padres sabían que una chica con el potencial suyo, debía seguir con los estudios, aunque tuvieran que hacer los mayores sacrificios para que su hija pudiera estudiar fuera, ya que en el pueblo era el último año.


Pero Julia tenia otra cosa en la cabeza, mejor dicho, en el corazón. Y era la certeza de que a partir de este momento, ya no sentiría ese hormigueo de cuando estaba en clase echarle miradas furtivas a Adrián, que así se llamaba su gran amor de adolescencia.


En realidad, Adrián nunca había demostrado ningún tipo de acercamiento hacía ella. El si que procedía de una familia acomodada de agricultores, y dado que los estudios no estaban hechos para él, siempre tuvo claro que se quedaría en el pueblo con las tierras y gabado de sus padres.


Sin embargo, Julia estaba angustiada porque veía que al comenzar el curso próximo, ya no se verías de forma asidua en clase, tan solo en el periodo de vacaciones, y que ya sería muy difícil cualquier encuentro con él. Pero sin embargo, Julia no perdía la esperanza de que algo ocurriese antes de que cavase el curso, ya que ella se tenía que ir con su abuela a pasar el verano como siempre había hecho y a la que quería entrañablemente.


Pues bien, el día de fin de curso, se puso el único vestido un poco más elegante que tenia y que lo reservaba para cualquier gestión que tuviese que y trasladarse fuera del pueblo, se peinó con esmero su melena rizada, y se maquilló un poco los ojos y los labios. A continuación, se miró en el espejo y la imagen que le devolvió le gustó, no en excesivo pero si más de lo habitual


Llegó a la escuela y estaban todos sus amigos felices y contentos por terminar este primer peldaño académico, que para la gran mayoría sería el último. Julia buscó enseguida la imagen de su Adrian, pero con gran desconcierto no lo vió


¿Pero es que no va a venir? Pensó desesperada. Es mi última oportunidad y èste no viene. Con mucha astucia preguntó a los amigos con los que solía ir y  le dijeron que había dicho que le recogieran el diploma que tenia que salir con su padre con la cosechadora al campo.


Después de la entrega de diplomas y cuando se dio por finalizada la fiesta, Julia no quiso quedarse ni un minuto más y se volvió con la  decepción y tristeza escritas en su rostro


Cuando iba ya cerca de casa, de pronto  le salió una figura que por un momento pensó que era su imaginación. Pero no, era Adrian que había ido con un ramito de flores en la mano.


-Adrián ¿como no has estado en la recogida de diplomas con todos los de clase? Les espetó Julia


Mira Julia, como sabes yo no valgo para estudiar y me gusta ver todos los que podéis tener una salida en otros mundos diferentes del campo. A mi me encanta el campo y mis ovejas y toda esta vida tan sencilla, pero es lo que me gusta. No obstante, quería despedirme de ti porque siempre me has gustado, pero sabía que una chica como tu con tus posibilidades no querría saber nada de mí. Por eso, antes de que te vayas quiero traerte mi mejor deseo de que superes todo, que se que lo harás, pero no te olvides de todo esto.


En ese momento Julia no se pudo contener más y con los ojos transparentes por las lagrimas se abrazó a él y le dio un beso. Un beso robado que siempre la acompañaría a lo largo de toda su vida  

 

 

 
 
 

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