12 febrero de 2024
La pobreza energética se define como la situación en la que se encuentra un hogar en el que no pueden ser satisfechas las necesidades básicas de suministros de energía, como consecuencia de un nivel de ingresos insuficiente y que, en su caso, puede verse agravada por disponer de una vivienda ineficiente en energía.
Esta situación se da en España y en Europa, como indican los últimos datos de 2019:
El país con mayor número hogares incapaces de mantener una temperatura adecuada, es Bulgaria (30,1%), seguida de Lituania (26,7%), Chipre (21,0%), Portugal (18,9%), Grecia (17,9%). %) e Italia (11,1%). Por el contrario, las cuotas más bajas (alrededor del 2%) se registraron en Finlandia, Austria, Suecia, Eslovenia, Luxemburgo, Estonia y Alemania. El caso particular de España en 2019, un 7,5% de la población consideró que no podía mantener su vivienda a una temperatura adecuada durante el inverno, y el 6,5% tuvo retrasos en el pago de las facturas de los suministros de su vivienda cifras ligeramente superiores a la media de la Unión Europea, que se ubicó en 6,9% y 6,2% respectivamente.
La pobreza energética lleva asociada una serie de efectos directos e indirectos.
Entre los efectos directos, sobre todo en olas de frio, aumento de la prevalencia de infecciones respiratorias, asma y hongos (viviendas con problemas de humedad)
Entre los efectos indirectos, El uso de fuentes de energía no seguras facilita la producción de accidentes domésticos como quemaduras o caídas, fomento al absentismo escolar y laboral en parte por la dificultad en el descanso y en la higiene. Tanto la educación como el empleo son determinantes sociales con un gran impacto en la salud a corto, medio y largo plazo.
Como intentar remediar el problema
En 2018 se introdujo el bono social térmico como mecanismo paliativo. Se trata de una ayuda económica a consumidores vulnerables en forma de pago único a la cuenta bancaria del beneficiario por el uso de la calefacción y el agua caliente sanitaria o cocina. La cantidad de esta prestación, que va de 25€ a 123,€, depende de dos componentes: el grado de vulnerabilidad del beneficiario de acuerdo con la propia definición prevista en la normativa reguladora del bono social eléctrico (vulnerable, vulnerable severo, riesgo de exclusión social), y la zona climática en la que se encuentre ubicada la vivienda habitual. Los beneficiarios del bono social eléctrico tienen de forma directa derecho a este bono para usos térmicos. Pero, a diferencia del bono social eléctrico, este es financiado con cargo a los Presupuestos Generales del Estado. La gestión y el pago de las prestaciones económicas son competencia de la Comunidades Autónomas
Aparte de esta bonificación, es muy importante que la vivienda se encuentre con buen aislamiento para minimizar el gasto energético, y sobre todo en implementar una cultura desde la infancia sobre la buena gestión de aquellos bienes que nos son necesarios y o no los poseemos y el producirlos traen un gasto y un daño importante al planeta donde vivimos, como puede ser la energía en cualquiera de sus diversas fuentes, el agua que es algo vital y de la que carecen muchas zonas de la tierra, entre ellas tres cuartos partes de nuestra península, y a emplear la tecnología y el buen hacer para aprovecharlos de la mejor forma.
Fuentes
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