4 de noviembre de 2022
El 15 de noviembre se celebra el Día Mundial sin Alcohol, por la Organización Mundial de la Salud (OMS) cuya finalidad es concienciar a la población mundial acerca de los daños físicos y psicológicos que ocasiona el consumo de este tipo de sustancias en nuestro organismo. Es de vital importancia fomentar la responsabilidad en el consumo de alcohol, especialmente en los jóvenes.
El consumo de alcohol desde una edad temprana es una práctica social permitida e incluso exigida en ciertos círculos, propiciando que cada persona beba en promedio 8,4 litros de alcohol puro al año, lo que equivale a 2,2 litros por encima del promedio mundial.
El alcohol es uno de los principales factores de riesgo de carga de enfermedad en España y, además de ser una sustancia adictiva que puede ocasionar dependencia, contribuye al desarrollo de múltiples problemas de salud y lesiones, incluyendo enfermedades cardiovasculares, hepáticas, neuropsiquiátricas y enfermedades transmisibles, entre otras. También existe una sólida evidencia de la asociación del consumo de alcohol y ciertos tipos de cáncer, con una relación dosis-respuesta demostrada, lo que implica que cualquier nivel de consumo aumenta el riesgo de cáncer[1,2]. Además, el impacto de su consumo va más allá de la salud de la persona que lo hace, ya que también puede producir daños a terceras personas como lesiones por tráfico, violencia o Trastornos del Espectro Alcohólico Fetal (TEAF).
En Europa
En Europa, se registran los mayores valores de consumo de alcohol por cápita del mundo a pesar de que disminuyó el consumo de 12,3 litros en 2005 a 9,8 litros en 2016. Por ello, en 2019 se realizaron dos consultas para conocer la implementación en cada país del “Plan de Acción europeo de la OMS dirigido a reducir el consumo de riesgo de alcohol 2012-2020”, dirigida a apoyar el objetivo mundial de reducir el uso nocivo del alcohol en un 10% para 2025, con el fin de prevenir y reducir las muertes y discapacidades relacionadas con el alcohol.
En España
En España el consumo de bebidas alcohólicas se sitúa sistemáticamente en niveles elevados y sus consecuencias son notables a diferentes niveles. El alcohol supone en nuestro país un importante factor de riesgo de carga de enfermedad y mortalidad, en un contexto social de normalización y banalización del consumo. El alcohol es, con diferencia, la sustancia psicoactiva más consumida por la población general en todas las edades. El consumo va descendiendo a medida que aumenta la edad. El problema es especialmente preocupante entre las personas jóvenes y menores, que además son más vulnerables a sus efectos. En 2018/19, el 77,9 % de los estudiantes de 14-18 años reconoció haber consumido alcohol alguna vez en la vida y el 58,5% en el último mes
Este consumo se produce, además, en un alto porcentaje en forma de episodios de consumo intensivos como borracheras o binge drinking. Ambas situaciones muestran un repunte en los datos de 2018/19, con un 55,5% de estudiantes que han bebido en el último mes que reconocen haber realizado binge drinking y un 42,6% que dice haberse emborrachado, la cifra más alta de los últimos 8 años. De hecho, la prevalencia de borracheras en estudiantes de 15-16 años se situó en 2019 por encima de la media europea. Un fenómeno íntimamente asociado a los episodios de consumo intensivo es el del botellón, que sigue estando muy extendido entre la población más joven.
La información se ha obtenido del documento: Monografias. Alcohol y consecuencias 20-21
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